ZARAJOS

Hay veces que no te entiendo, la verdad.
Hace días que te noto extraño y tú me dices: NO
Sospecho que mientes.
Me dices que soy una paranoica, que veo muchas series de asesinatos con esos colorcicos tan vintage. Yo respondo que ya lo sé, que empiezo a sospechar que no es lógico que haya un ciervo en la puerta del mercadona y que no entiendo que un colibrí necesite tanto esfuerzo para mantenerse suspendido en el aire cuando para mi es tan sencillo.
Pero aún así te noto extraño.
Te has empeñado en sanarme las letras y los pensamientos y me lo dices compasivo, mirándome a los ojos mientras haces un gancho con ese palito que traes entre las manos e introduces por mi ombligo.
Empiezas a girarlo y yo me quejo porque me tira y cuando te pregunto "¿qué haces?" me respondes que zarajos, que es muy típico de Cuenca y forma parte de la terapia, que está completamente seguro que de ahí salen mis incompresibles letras.
Mientras, entre sorprendida y arrepentida, te prometo publicar solo fotos de pies y comida para que no te enfades...
si me devuelves la contraseña del Facebook.

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