DE MUERTOS Y FLORES

A veces me pregunto si sigo viva porque hay exceso de muertos o por falta de flores.

Chiara Bautista

Hay domingos de orín que se cuelan por todas partes. 

En este mayo lo traen por la mañana esos pájaros negros que son trozos de los párpados de la noche al entreabrirse, caviar del cielo, con alas incansables e intensas, cicladas por Hermes en el mismísimo Olimpo.
Hay domingos que se mean en mi piel de pescador polar, agrietada
en geometrías reptilianas, en la mutación abultada de la carne que contiene el veneno de la avispa.
Hay domingos en los que arrastrarse sobre las babas que produce el calor, es la única forma de desplazamiento conveniente.
Hay domingos en los que los lamentos inundan de alerta los balcones elevando su voz por encima del anonimato de los muertos del telediario.

Hay domingos en los que te veo abrazado a la trinchera virtual del teléfono y veo cómo crecen  los desiertos dentro de los huesos, cómo nacen alacranes de tus zapatos, cómo el hambre asola la niñez huída por los orificios, siempre de salida, de piedra helada...

y a veces me pregunto si sigo viva porque hay exceso de muertos o por falta de flores.


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