HABLEMOS

Hablemos.
Toma un ramillete de amantes por el tallo.
Extiéndelo sobre la mesa, sobre el hule de cuadros rojiblancos.
Que no resbalen.
¿Lo ves?
Es una especie de código de barras de carne: grandes, pequeños, gordos, flacos... de veinte centímetros todos, enviándome un mensaje cifrado: 
- Somos la parte débil de tus fracasos.
Y oigo cómo se convierte el patio de luces en un cuadrilatero donde, esputando gritos, pensando que tengo turno de mañana, las alimañas domésticas cuentan mis hazañas entre delantales, calzoncillos y bragas, estandartes proletarios flotando en el aire. Fantasmas desposeídos de mugre azotando al viento cuando el escaño del salón apesta a culo, aroma característico de la vivienda apoltronada del no-ve-no-B en su zona de confort, cuyas irritantes ráfagas de mediocridad y aburrimiento endémico se expanden curiosas y afectivas por toda la comunidad.
Mientras, me envías guasaps. 
-Surcaremos bancales de amapolas, robaremos almendras, nos alimentaremos de flores amarillas... 
Y mi pecho te amenaza de frente "pum pum pum pum"
-Bailarás mientras te doy nalgadas y yo cantaré con tu pie en mi boca. 
"pum pum pum pum"
Y yo grito.
Apenas me oigo con el "pum pum pum pum"
¡Es Amor!- gritas desde la orilla.
Me abrazas.
Abrasas.
Brasas.
Y entre cenizas me corro hasta la playa donde te bañas...
y me pego a tus calzones negros para que no olvides la casuística de que siempre estaré dispuesta a seguir tocándote los huevos.

"Pum pum pum pum"

Imagen Judy Dater




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