EL FIN DEL MUNDO

Soy de la generación que besaba el pan antes de tirarlo, de la que no te podías lavar el pelo si tenías la regla, de la que jugaba en los callejones, de la de en mayo flores a María,de la de las frutas y verduras de temporada.
Una época de claroscuros que engendraron algún trauma evolucionado, ya de mayor, a fantasma.
Pero la primera vez que le vi quise llamar a un cura… Brillaba como cien diamantes bajo un flexo. Me entró por los ojos su sonrisa en forma de levadura y mi corazón se hinchó como bizcocho e impulsó toda mi sangre a mis carrillos.
- ¡Llamad a un cura! ¡Que saque al fantasma! ¡Que él no lo vea! ¡Que no me note poseída o posesa!
Que no vea cuando juega conmigo  y me deja hecha un siete con la lengua colgando por fuera  y los ojos p´atrás  o cuando me hace chillarle a la gente o cuando me encierra las palabras dentro de mi cabeza…
Que yo ya amo a ese hombre y tres son multitud.
Pero no puedo…
En realidad no puedo...
¿Dónde voy sin mi fantasma?
¿Cómo le digo que amo a otro?

Y aquí estoy despierta...
como la otra mitad del mundo…
y pienso en ellos despiertos, por ejemplo en Oklahoma, a sus cosas, pensando porqué votaron a Trump, sumidos en la inopia de tu existencia rellenando un pavo (muerto, claro) para acción de gracias  y pienso en el ahora, ahora que el mundo se acaba y no nos va a pillar follando y eso me pellizca las tripas…
y pienso en ti dormido soñando, con todas las veces que no me reñiste por no cerrar la tapa del champú, con los gatitos que no tuvimos, con el viaje a Lisboa que nunca hicimos…
a mi me pillará despierta, como siempre, y soñando contigo.



Comentarios

  1. O si. . .siempre quise ir a Portugal.

    Un besico para tus pies. Que harán las de percherón, por estas fechas.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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