LLOVIÓ

Llovió tanto que los viejos del lugar no alcanzaban a encontrar en su memoria una catástrofe natural igual. 
Llovía tanto que las calles se convirtieron en ríos que no se frenaban ni en los semáforos y a las mujeres les brotaban paraguas de las cabezas.
El ruido era infernal al principio porque el agua arrastraba cualquier cosa a su paso: coches, zapatos, el banco donde cada mañana se sentaba el Fernando a darle comida a las palomas...Arrastró hasta los cientos de chicles que habían permanecido pegados a las aceras durante un siglo. Oír pasar la ferretería y su utillaje casi revienta los tímpanos de los vecinos del segundo. Luego empezaron a pasar los manojos de flores blancas de los almendros y el río parecía un manto jodidamente hermoso de espuma perfumada que unía la avenida Europa con el mar. Cuando al mar no le cupo más agua decidió subir por la avenida Europa y todo se convirtió en una balsa y la humedad se iba metiendo por entre los huesos como si fuesen bolsitas de té... de té...
T se quedó al otro lado de la avenida. El día lo manteníamos ocupado tratando la aparición del óxido y la aluminosis de los edificios con los escasos pero tiernos conocimientos que la comunidad proponía en asambleas... Pocas veces nos pegábamos.
Por la noche la luz de la ventana de T se iluminaba como un reloj casio en la oscuridad. La suya y la de la vecina del 4º que imagino hablaba con algún doncel igual que hacía yo. Era perversamente hermosa con el pelo negro y abundante como un charco de alquitrán que cubría por completo la almohada, sus ojos eran enormes, seguro que desde su ventana podía ver Cuba y su cuerpo era pequeño y blanco como el de una japonesa o el de una medusa. Seguro que la podría matar de un pellizco.
T y yo hablábamos todas las noches, pero un día se cayó internet. Supongo que también al agua... Nos hacíamos señas muy efusivas parecíamos gárgolas resucitadas gesticulando con medio cuerpo fuera del edificio, incluso nos provocaban agujetas... La vecina lloraba todas las noches y se limpiaba los mocos con la sábana.
elia colombo

Una noche la luz de la ventana de T no se encendió y en el rectángulo iluminado del 4º dos personas jugaban al ñiqui ñiqui. Imagino que porque T no soportaba oír sus sollozos lastime ros y él, tan dadivoso como siempre, bajó a ofrecerle consuelo . Mi vida pasó ante mis ojos como un cortometraje de cuernos, tan cortito que más parecía un anuncio de casa tarradellas, pero sin el final feliz de "y fueron felices y comieron pizza precocinada": T+Yo+Vecina=The End. 
Lo que no sabe ella que dormir con T es más peligroso que dormir en un cuarto cerrado lleno de plantas. Respira e inspira tan fuerte que algún día consumirá todo el oxígeno del habitáculo y se marchitarán mientras yo les miro desde el otro lado de la avenida. Voy a por pipas.

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