MORIR NO ES LA OPCIÓN CORRECTA





M estaba totalmente decidida a saltar al vacío por culpa del aburrimiento.
Subió al coche y puso el teléfono en el asiento del copiloto, sin cinturón.
Rrrrrrrr vibra Huawei. Un guasap.
Mensaje del tipo casado con el que había tomado 12 jager la noche antes y al que en un momento de desinteligencia Le dio su número.
Una imagen. Sin texto. 
Una polla.
Imagina que será la de él.
M para en el semáforo en rojo y se baja del coche. De camino al puente intenta recordar cuántas pollas habrá visto en su vida. La mayor parte de ellas fotografiadas, es una nueva forma de ligar en estos tiempos del cólera. Pero M no entiende, M nunca está a la moda. Recuerda perfectamente cuando era joven y un chico te pedía de salir y entonces ya erais novios y a los días os besabais y a las semanas os tocabais y a los meses tal vez...
Hay tanta humedad en la calle que el frío embalsama los huesos y los acaricia con una guadaña hasta casi fracturarlos uno por uno hasta convertir el minúsculo cuerpo de M en el osario de su frígida piel.
Cuando llegó al puente, subida a la barandilla y con 7 personas, 2 perros y un bebé gritándole, comprendió que ese jueves no era un buen día para morir. No podía purgar la eternidad con semejante imagen en su cabeza, así que se recogió el pelo y se enfiló camino al curro, si el hijoputa de T, que ahora era jefe de sección, no había llegado aún no tendría que recuperar la media hora y Le daría tiempo a sacar el coche de la grúa.
La de T era como una planta de Navidad a finales de enero... Muy triste todo...



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