Vergüenza de mundo

Estamos haciendo historia.
Que no estudien los hijos el paleolítico, ni el barroco, ni a reyes hermosos, locos, católicos o que montan en moto, sí el feudalismo.
Que no estudien ni democracia ni mitología griega. Una plaga especulativa acabó con ella. Ha sido la mayor devastación, humillación y postración de una civilización debida a la recurrente reencarnación de la "hermosa" raza aria.
Que no estudien arte, filosofía o letras, doctrinas peligrosas que excitan a la plebe e incitan a su posterior condena.
Que estudien biología marina y nutricionismo. Que nos digan qué peces caníbales consumimos, esos que se alimentan de naufragios de pateras a media mar.
Que estudien ganadería que coloquen las reses humanas a un lado y al otro de alambradas. En uno las de la hambruna y el miedo y en el otro las de los despachos y el dinero. 
Que estudien los planetas y también muestren dos lunas. Una creciente para palparte en la playa con el novio y otra de guadaña de muerte, cuervo, frío y llanto de crío.
Que estudien economía que es el futuro, la base de la nueva guerra fría de muertos calientes y latentes, que apunten con la deuda a la sien desnuda, que indique la dirección del balcón y la soga.
Que les enseñen que los inmigrantes nos quitan el trabajo, nos roban y nos enferman, que los viejos molestan, que encapsulen su mirada y horizontes en pantallas de alta resolución con información conveniente.
Que maten a Dios, que descuelguen a Cristo y volteen los travesaños a ver si así aprendemos, a ver si así aprendemos, 
a     
ver   
si     
así     
aprendemos     
de nuestras cagadas, fallos y falacias o de una puta vez... de una puta vez nos extinguimos.
Eso sí sería hacer historia.

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