TRAGICOMÈDIA DE UN DECAPITADO

Qué frío. Desde que me mudé aquí paso mucho frío y el frío pasa mucho por mi. Me acaricia el tuétano, el bulbo raquídeo, guillotina mi carne como si fuese un trozo de choped con una agilidad exuberante.
Afortunadamente no tengo mucho que pensar aquí, precisamente me trasladé a esta zona inhóspita para no pensar-T.
Estoy haciendo un guisado con uno de esos animales que viven por aquí, en la casa del frio. Le he rallado un tomate, un poco de cebolla y... ¡Un pelo!
Miro por toda la casa y estoy sola. Sólo intentaba cerciorarme de esta obviedad porque no me traje a nadie, pero el pelo no es rubio como los míos. Esto imprime una zozobra en mi ánimo con la que no contaba. 
El guiso sigue hirviendo a fuego lento, con su chup chup se muestra ante mi como cascabeles de lava con los que el tiempo rellena de minutos macerados y música doméstica la cocina.
El pelo intenta mantener su flotadura dentro  surfeando burbujas.
Anoche tuve una pesadilla horrible. 
T llamaba a la puerta con la palma de la mano izquierda, lo sé porque es diestro y la derecha la usa para manualidades y no quiere magullarla para que luego no Le cause rojeces innecesarias en su uso más libidinoso . Cuando abrí llevaba la cabeza entre las manos. Me puse tan nerviosa que cuando sonó el teléfono me pasé a jazztel, compré dos terminales nuevos, contrate la 6 meses de tele de no sé qué y la fibra óptica. Aquí, donde no llega ni papá Noel ni los telediarios por las bajas temperaturas. ¿Cómo va a llegar la fibra y un ecuatoriano hasta aquí para instalarla? En fin... Ya volveré sobre este tema en otro momento.
Hace frío. Los grados continúan cayendo como ñus en un río. El sol no da a basto y rendido al invierno se conforma sólo con dar luz un ratito al día. 
Mantengo a T en la puerta porque no sé qué hacer con el descabezado. 
Vine a escribir mi tesis sobre la divergencia de dos humanos que repelen, con voluntariedad cerebral, la sublimación al hueso del hilo rojo que mantiene la unión incoherente e inevitable de los mismos a pesar de que continuen negando la mayor, y me encuentro con este percal de dimensiones desorbitadas para la poquedad de intelecto que me posee. Una movida muy tocha, vamos. 
Yo apoyaba lo que viene siendo La rodilla de la muñeca contra la frente dejando así los dedos libres para acariciar la desesperación que llenaba el aire con su muchez.
T traía entre las manos la cabeza y una afirmación rotunda. Si me quedaba con su cabeza podría dejar de pensar en mi y continuar con sus cosas.
El pobre decapitado parecía que había sido expulsado de un capítulo de "american horror story" directo a cobrar el finiquito a mi cocina.
Decía que no Le dolía y yo Le miraba con el cristal de los ojos empañado de amor a pesar de su desaconsejable belleza. Un lío muy punible en caso de estar despierta.
En el forcejeo por la custodia de la cabeza, ésta salió disparada en dirección a mi olla.
Y me desperté de un brinco.
Esta mañana T no me ha mandado un mensaje de buenos días. Es posible que ya no piense en mi.
Me embeleso de nuevo con el chup chup lento y la danza de ese pelo, es como si quisiera recordarme a alguien, pero ahora no caigo.

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