Me aborrego
Intento dibujar la escena.
Un señor en el mostrador reflexiona, opina, cavila en voz alta sobre el tiempo que hace que no escribía una carta.
- Son unas fotos para mi abogado.
¡Me lo está contando a mi!
- Aha...
Termina de escribir. Retira la cinta protectora del sobre y
¡Lo va a hacer! Está asomando la lengua como un caracol de entre los dientes .¡ Lo va a chupar!
Sí
Se Le ha quedado pegado a la lengua.
Yo me miro las uñas disimulando. Las miro como si me acabaran de salir los dedos de la mano como si antes de mis manos solo existiese la nada que arranca de cuajo extremidades. Con intensidad. Chequeo y recuento el estado de cada falange y el reparto de queratina correspondiente a cada una con calma nerviosa. Oigo un suave "ay" ... A lo lejos. Sólo los delfines y yo lo hemos podido oír.
Me viene a la mente un programa matutino en el que el presentador preguntaba telefónicamente "buenos días ¿tiene usted pelos en la lengua ?" a lo que mi cliente contestaría "no, me los depilo con un sobre del año 2019 "
Hay veces que nos aborregamos. Se nos atocina el alma, mastuerzos a jornada completa. Puede que sea por la alimentación y la televisión. Me trituro el ánimo y me bajo a la playa.
Me siento y me meto un puñado de arena en la boca. La arena es el rebozado del mar. Lo hago para volver a la niñez, cuando lo que más desazón me provocaba era untar la nocilla sobre una rebanada de pan de molde sin perforarla.
Un bocado desagradable y pedagógico el de la arena.
Mi lengua como un pez varado ahogando atadijos verbales que pidan un inteligible socorro al abrir la boca. Un malestar caduco que me ayuda a olvidar esta madurez mal guiada y hacer costra del placer de la ignorancia adquirida voluntariamente con el paso de los años acompañada, en lo genital, por algunos filóbragas de partitura similar mientras los demás se arraciman a pares como las cerezas y se reproducen por romántica osmosis con contratos de exclusiva monogamia selectiva.
Tal vez no he tenido un buen día. Tal vez necesito un novio. Tal vez la involución me aprehende. Tal vez T echo de menos o tal vez lo otro.
Un señor en el mostrador reflexiona, opina, cavila en voz alta sobre el tiempo que hace que no escribía una carta.
- Son unas fotos para mi abogado.
¡Me lo está contando a mi!
- Aha...
Termina de escribir. Retira la cinta protectora del sobre y
¡Lo va a hacer! Está asomando la lengua como un caracol de entre los dientes .¡ Lo va a chupar!
Sí
Se Le ha quedado pegado a la lengua.
Yo me miro las uñas disimulando. Las miro como si me acabaran de salir los dedos de la mano como si antes de mis manos solo existiese la nada que arranca de cuajo extremidades. Con intensidad. Chequeo y recuento el estado de cada falange y el reparto de queratina correspondiente a cada una con calma nerviosa. Oigo un suave "ay" ... A lo lejos. Sólo los delfines y yo lo hemos podido oír.
Me viene a la mente un programa matutino en el que el presentador preguntaba telefónicamente "buenos días ¿tiene usted pelos en la lengua ?" a lo que mi cliente contestaría "no, me los depilo con un sobre del año 2019 "
Hay veces que nos aborregamos. Se nos atocina el alma, mastuerzos a jornada completa. Puede que sea por la alimentación y la televisión. Me trituro el ánimo y me bajo a la playa.
Me siento y me meto un puñado de arena en la boca. La arena es el rebozado del mar. Lo hago para volver a la niñez, cuando lo que más desazón me provocaba era untar la nocilla sobre una rebanada de pan de molde sin perforarla.
Un bocado desagradable y pedagógico el de la arena.
Mi lengua como un pez varado ahogando atadijos verbales que pidan un inteligible socorro al abrir la boca. Un malestar caduco que me ayuda a olvidar esta madurez mal guiada y hacer costra del placer de la ignorancia adquirida voluntariamente con el paso de los años acompañada, en lo genital, por algunos filóbragas de partitura similar mientras los demás se arraciman a pares como las cerezas y se reproducen por romántica osmosis con contratos de exclusiva monogamia selectiva.
Tal vez no he tenido un buen día. Tal vez necesito un novio. Tal vez la involución me aprehende. Tal vez T echo de menos o tal vez lo otro.
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