La luna y marte

Cuando el Perseverance llegó a Marte apenas nos sorprendimos
porque estábamos a otras cosas, en asuntos de Estado y pandémicos,
pero sí he de decir que me pareció mucho menos épico que aquél día que el hombre llegó a la luna y eso que Marte está más lejos.
Entre acontecimiento y acontecimiento
La memoria se activó de repente,
Primero,
al recordar a la abuela. se me cayeron al momento de los ojos unas fichas de parchís , un padrenuestro,
una canción en blanco, negro y quina
y el olor de las castañas asadas
resbalando por la pantalla de la televisión del salón sin las curvas que otrora sustentaran una gitana danzando sobre un trapo de ganchillo.
En ese momento se abrió paso
la vida de antes, la vida antigua
a través de un sueño prendido en mis párpados de hielo y lilas.
En el siguiente plano secuencia,
una bala disparada a la memoria
hace saltar por los aires
los pétalos de los crisantemos,
custodios de un cerebro preñado de recuerdos chillones
como un viaje en el tiempo.
Puedo entonces verle aparecer.
Primero su cuerpo de guirnalda en verbena
y luego su sombra como un patrón del alma perseguiendo sus pies.
Sé que es él por  su olor de comino y clavo, con el viento de levante lamiendo su pelo de bruma
Entreabriendo mares como Charlton Heston en aquella película que siempre daban en Semana Santa.
No recuerdo cómo era la vida antes de que  existiera y yo le quisiera más que enfundarme en unos pantalones de la 38.
Nos brotaban los días por todas partes y yo los recolectaba para tejer una eternidad chulísima para dos y nadie se arrepentía de hablar de amor porque éramos supervivientes de batacazos cardíacos inabarcables.
Es él en otro sitio, no conmigo, tejiendo suspiros de almíbar para encontrarme,
tal vez en la luna o Marte dando pequeños pasos para la humanidad pero grandes para la mujer que le escribe.



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