KARMA

Llegó el Karma.
Un ejército de caracoles hidrata el barro con el que construyo muros paliativos.
Lentos, sudorosos, disciplinados. reblandecen el sebo de la tierra que otrora contenía la vergüenza del grito enjuto de la carne roja.
Trincheras resilentes, 
pastos de cobardía, 
supervivencia,
hogaza de vértigo lunar en la tripa.
Mi trinchera, mi margarita negativa.
Parto de heridas cebadas de sal hasta la postilla.
Remanso del Aqueronte en el foso de la intriga
Deleznable reliquia de un recuerdo tumoral.
Ya no soy una buena compañía,
solo una compañía más.

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