SI ME PERMITEN QUE ME QUEJE

Me sangra la nariz debido a la autoexigencia mental sobre la fatua, incomprensible, tenaz, incluso lasciva necesidad de encontrar respuestas plausibles al dolor inagotable del alma.
El espeso humor granate empieza a crear, sobre el blanco antiséptico del azulejo, la burda imitación de un lienzo de Pollock de tres metros lineales hasta el botiquín en busca del "cotó en pèl".
En un pulso inhumano y abstracto consigo visualizar la presión ejercida por las fauces del miedo y la resistencia de la desnutrida voluntad de supervivencia en mi interior, cuyo desenlace forma en mi mohosa materia gris agujeros calientes y viscosos de locura dando lugar a la posible redacción de una autopsia lo suficientemente lírica como conclusión a esta puta historia...
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... Si me permiten que me queje.


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