DÏAS INCIERTOS

En estos días hermosos de lluvia me da por recordar aquella vez que me llovió encima.
El tiempo perdió su cordial tic tac y aceleró el compás con "in crescendo" repiqueteo de unas infladas nubes grises escurridas sobre la uralita vecina.
Esa rotura de tiempo produjo un impacto de dimensiones sorprendentes sobre la queratina fabricada por mi cuerpo.
Las uñas, el pelo y los cueros comenzaron a crecer de forma desmesurada enraizándome a la tierra. 
La sangre, a medio tiempo, no cubría por completo los conductos y me permitía ver los fotogramas de tu risa en aquella tarde fresquita junto a un río inglés.
 - Así que esta es la sensación... es agradable... Volver a la tierra para llegar al cielo...
De repente un impertinente niño rubio con casaca roja empieza a desenterrarme. 
Ni se inmuta con con mi lamento y mis plegarias.
Cava, cava, cava mientras murmura que unas raíces tan fuerte como las mías y las del baobbab hay que cortarlas antes de que invadan mi pequeño planeta y me haga pensar.

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